La condicion humana en el occidente contempoáneo
científica, capitalista, individualista y cambiante
Ensayo 2 para la matèria de Sociología,
1r curso de Antropología,Universidad de Barcelona
De La Mata, I. y Ortíz Lobo, A.: “La colonización psiquiátrica de la vida” en Archipiélago. Cuadernos crítica de la cultura, nº 76 (sep. 2007) pp. 39-50.
Foucault, M. (1976): “Del poder de soberanía al poder sobre la vida” en, Genealogía del racismo,Madrid, La Piqueta, 1992, pp. 247-273.
Foucault, M. (1975): “Los medios del buen encauzamiento” en, Vigilar y castigar, Madrid, Siglo XXI, 1976, pp. 175-198.
Wacquant, L. (2001): “Pensamiento crítico y disolución de la dóxa” en, Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, nº 53, 2002, pp.83-88.
Campillo, A. (1999): "Cuatro tesis para una teoría de la Historia" en, El gran experimento. Ensayos sobre la sociedad global. Madrid, Catarata, 2001, pp. 43-73.
Sennett, R. (1998): “A la deriva” en La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona, Anagrama, 2006 (9ªed.) pp.13-31.
De Sousa, B. (2001): "Las tensiones de la modernidad" en, Foro Social Mundial. Otro mundo es posible. Barcelona, El Viejo Topo, pp. 163-189.
En el primer texto consideré muy útil para organizar mis pensamientos el empleo de cuatro adjetivos, expliqué que entendía el ser humano como un animal social, cultural, diverso y determinado, cada uno consecuencia del anterior. En este caso, también escojo cuatro adjetivos como herramienta organizativa, aunque considero la relación entre ellos mucho menos lineal. Especifico que están estrictamente entrelazados y es difícil concebirlos independientemente, como también que están asociados a una gran variedad de otros términos semejantemente válidos. Considero por tanto que, la condición humana en el occidente contemporáneo se enmarca en una lógica “científica” (o racional, o analítica), “capitalista” (o mercantil, o del beneficio económico), “individualista” (o diferenciadora) y “cambiante” (o incierta, o rápida, o flexible). A continuación intento clarificar el significado de cada elección.
El texto de I. de la Mata y A. Ortiz se sitúa en el contexto de una sociedad que, según argumenta A. Campillo, dejó de creer en un mito o un Dios para explicar el funcionamiento del mundo (y el por qué de la vida) para confiarlos al razonamiento de la ciencia y al concepto de que todo tiene una explicación empíricamente deducible de forma racional. De aquí la primera descripción, el adjetivo CIENTIFICA. El caso con el que se ejemplifica dicha concepción es la salud mental y se utiliza la gestión del malestar propio para mostrar la dependencia que socialmente se tiene a la voz del experto y al conocimiento profesional. Explican como, en muy poco tiempo, se ha redefinido radicalmente un concepto como enfermedad, tan médico o científico/objetivo como parece a priori, y la amplitud de experiencias humanas de carácter social que ahora abarca. Aspectos de la vida como la vejez, la soledad, la autoestima, la infelicidad y el aislamiento, son objeto de estudio e intervención de la ciencia (en particular las psi; psicología, psiquiatría..) con una especie de fe en el conocimiento y en las capacidades de la medicina como herramienta para una población mas sana físicamente (pero también mentalmente). Un concepto de salud mental que pasa por la intervención farmacológica o biológica como tratamiento de muchos aspectos de origen social.
Esta misma confianza absoluta en la intervención de la ciencia (particularmente de la medicina), permite, según M. Foucault un cambio de paradigma, en el que se incluye en las funciones del estado “el deber” de garantizar la vida (hacer vivir). El mito del conocimiento y el progreso se manifiesta aquí como argumento para analizar los procesos biológicos de la población y da la potestad de regulación de estos mismos. Una necesidad de comprensión y gestión de la vida que centra el estudio en fenómenos como el nacimiento, la muerte, la enfermedad, la vejez y plantea, también desde la ciencia, su control. La abundancia de servicios que este estudio e intervención requiere, desde hospitales a aseguradoras, propicia un aumento (y una gran ampliación del campo en que intervienen) de las instalaciones sanitarias; y con ello también una oportunidad de beneficio económico. Se desencadena entonces una concepción generalizada de la vida (en todos sus aspectos) como objeto de intervención y como elemento de mercancía.
La definición de la vida como mercancía proviene de un tipo de razonamiento que también es rasgo particular del occidente contemporáneo, mi segundo adjetivo; la condición de CAPITALISTA. De las tres articulaciones del mundo que, según A. Campillo, han existido históricamente, la última, se caracteriza por atribuir a las relaciones económicas un valor superior, una potestad sobre las relaciones parentales y las políticas. Se establece la concepción de que todo es objeto de beneficio económico y que la lógica del mercado regula todos los aspectos de la vida. Una forma de articular el mundo fruto de la revolución industrial, de una transformación estrechamente relacionado con los avances de la tecnología y la ciencia, que desencadenan la idea de todo como posibilidad de beneficio o causa de perdidas económicas.
En un inicio decía que los cuatro adjetivos se interrelacionan profundamente, y es que, el estudio de la población a nivel biológico (y psíquico) que se defiende en términos racionales y científicos de mantener la vida, precisamente surge, en gran medida, de la lógica mercantil. La voluntad de amortización, del tiempo, de los recursos, de aumentar los rendimientos y evitar las posibles perdidas que puede tener una industria, empresa o hasta escuela recae en entender y gestionar los sujetos que la forman. M. Foucault, en un ejercicio de lo que L. Wacquant concibe como pensamiento crítico, analiza de qué manera, con qué herramientas de poder, se ha conseguido generar esta comprensión y capacidad de intervención, y qué concepciones de la sociedad actual derivan de ello.
El estudio de dichos sujetos con fines económicos y de conocimiento científico necesita aquí el tercer adjetivo, el carácter INDIVIDUALISTA, que según M. Foucault es producto de la disciplina. Me explico: entiende que todo un conjunto de saberes científicos se han podido generar a través de la puesta en práctica de una mirada normalizadora ejercida sobre el cuerpo; una observación constante de los individuos que analiza, diferencia, jerarquiza y produce conocimiento. Explica como, en la prisión, el manicomio, la fabrica, el hospital y la escuela se ejerce una vigilancia permanente de los sujetos, las actividades, necesidades, comportamientos, hasta los fenómenos biológicos, la relaciones sociales, y el propio malestar. Un conocimiento que genera saberes como la medicina, la pedagogía o las mismas ciencias psi y que vienen precisamente ligados a una voluntad reformadora, un conocimiento para la intervención y una finalidad de formar el individuo que se quiere/necesita “producir” mediante la disciplina.
Se genera así una concepción del individuo diferenciado en un colectivo de carácter homogéneo, con una concepción de “lo normal”, y se disciplinan todos los aspectos de la vida para el buen funcionamiento en una economía capitalista en términos de costes y beneficios. Todo ello, ahora forma parte de una concepción racional, económica y individualista de la vida que se adquiere con la cultura, y como remarca B. De Sousa no necesariamente compartida por otras interpretaciones de la realidad. Expone cómo aquello colectivo, tan fundamental en otras culturas, no puede ser entendido des de la lógica del individuo y en consecuencia queda ausente de valor y excluido del relato. No se tiene en cuenta por qué la concepción individualista no lo puede integrar. Él ejemplifica esa ausencia en la redacción de los derechos humanos, pero, para los propósitos de ese texto, lo quiero abordar desde una dimensión diferente, la de la trayectoria vital, el recorrido o relato que puede trazarse de la evolución de un individuo a lo largo del tiempo. Una herramienta que solo es posible entendiendo cada uno como un ser particular y diferenciado, desde la individualidad.
Hasta ahora hemos establecido una mirada científica/racional del mundo, que por motivos capitalistas de beneficio construye individuos diferenciados y vemos que esa concepción no asume factores colectivos. Cuando añadimos las observaciones de R. Senett y el funcionamiento de la nueva economía; el aumento de flexibilidad, de velocidad y la reducción del factor tiempo con el “nada a largo plazo”, tenemos el cuarto de los adjetivos; una realidad CAMBIANTE, cada vez más y más rápido. En una situación que genera incertidumbre, que no marca una trayectoria de vida lineal y que se sostiene en una lógica del individuo; aparece el dominio de la decisión personal. El aumento de la flexibilidad del mundo y de la elección del individuo generan un grado de complejidad nuevo a la construcción de los relatos vitales. En ese marco -y I. De la Mata y A. Ortiz enfatizan en la identidad propia- todo requiere de la autoconstrucción, una inmensa cantidad de decisiones en continua modificación según las circunstancias (cambiantes) de la vida.
Recupero aquí a B. De Sousa y la idea de que en la concepción individualista de la vida no cabe lo colectivo, ya que, en consecuencia de la rapidez y flexibilidad del mundo, el caos de los relatos individuales deja muy poco espacio a la dimensión colectiva de la vida. R.Senett utiliza como representación a Rico, el hijo de inmigrantes que se ha convertido en un prospero consultor pero que admite no tener las relaciones de amistad, la confianza ni la constancia de valores que tenía su padre Enrico. En la temporalidad, las relaciones con otros se convierten en efímeras, no tienen el tiempo necesario para establecer vínculos profundos y, en consecuencia, se desarticulan las estructuras sociales de gestión del malestar. Volvemos entonces a I. De la Mata y A. Ortiz, a una suma de la constante construcción de la identidad individual y la inexistencia (o debilitamiento) de los sistemas de gestión del malestar colectivos. Los vínculos sociales fuertes son sustituidos y se recorre a la voz del experto, a la confianza en el “Dios” que se ha convertido la Ciencia.
Como conclusión (quizá demasiado entrecruzada) diré: La comprensión de la vida a partir de la ciencia, en una economia capitalista que busca el máximo beneficio, necesita estudiar e intervenir en individuos disciplinados. Si se suma esa situación a una actualidad rápida y cambiante que desestructura las redes sociales y genera una gran incertidumbre; todo resulta en una necesidad en aumento del dios ciencia (especialmente las psi) para gestionar el malestar propio de la vida cotidiana.