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Un individuo normalizado y autoproducido,

    la cultura del consumo en una sociedad incierta

Ensayo 3 para la materia de Sociología,

   1r curso de Antropología, Universitat de Barcelona

Campillo, A. (1999): "Cuatro tesis para una teoría de la Historia" en, El gran experimento. Ensayos sobre la sociedad global. Madrid, Catarata, 2001, pp. 43-73.
Foucault, M. (1975): “Los medios  del  buen encauzamiento” en, Vigilar y castigar, Madrid, Siglo XXI, 1976, pp. 175-198.
Foucault, M. (1976): “Del poder de soberanía al poder sobre la vida” en, Genealogía del racismo,Madrid, La Piqueta, 1992, pp. 247-273.
Sennett, R. (1998): “A la deriva” en La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona, Anagrama, 2006 (9ªed.) pp.13-31.
Peran, M (2016): ”Do it” en, Indisposición general.
Ensayo sobre la fatiga, Hondarrabia, Hiru, 2016, pp. 23-46
Wacquant, L. (2001): “Pensamiento crítico y disolución de la dóxa” en,  Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, nº 53, 2002, pp.83-88.
De Sousa, B. (2001): "Las tensiones de la modernidad" en, Foro Social Mundial. Otro mundo es posible. Barcelona, El Viejo Topo, pp. 163-189.
De La Mata, I. y Ortíz Lobo, A.: “La colonización psiquiátrica de la vida” en Archipiélago. Cuadernos crítica de la cultura, nº 76 (sep. 2007) pp. 39-50.
Bauman,Z. (1998):  La Globalización. Consecuencias humanas,
México, 2003 (2ªed.)

Siguiendo con la estructura de mis últimos dos textos, he decidido de nuevo escoger cuatro grandes conceptos que me ayuden a organizar el discurso. En este caso, desarrollaré como, por motivos económicos, el ser humano adquirió la concepción de INDIVIDUO NORMALIZADO que en las circunstancias actuales adquiere el adjetivo de AUTOPRODUCIDO. Esos dos factores resultan en la abundancia de una CULTURA DEL CONSUMO y en una SOCIEDAD INCIERTA y fuertemente polarizada por su capacidad de movimiento. Algunas de las ideas expuestas a continuación son compartidas entre varios de los autores pero, para sintetizar, intentaré expresar únicamente aquellas que considero más relevantes de cada uno de ellos.

El texto de A. Campillo desarrolla la concepción del ser humano como una particular especie animal que necesita tres tipos de relaciones sociales básicas, las familiares, o afectivas, del parentesco, las políticas, que regulan la convivencia en comunidad y las económicas, que regulan las formas de trabajo y subsistencia. Argumenta como, a través de la historia, han existido tres formas diferentes de articularlas entre sí, lo que él nombra universo simbólico. Que inicialmente las relaciones eran todas en un mismo grupo reducido de sujetos, en una concepción de la vida y la naturaleza fundamentada en la magia. Que posteriormente adquirieron importancia las relaciones políticas como reguladoras del resto y la explicación del mundo se centró en la religión. Y finalmente que adquiere protagonismo la razón y las relaciones económicas son las que condicionan a las familiares y políticas.

En esta tercera situación del predominio de la economía y el capitalismo, es en la que, según M. Foucault, se desarrolla la condición de INDIVIDUO NORMALIZADO. Foucault explica como los procesos de industrialización y la amortización racional del tiempo y el dinero exigen un profundo conocimiento (y control) de aquellos que intervienen. Argumenta como, mediante una mirada disciplinaria, se individualiza a los sujetos. Por primera vez existe la ficha escolar, médica o penitenciaria de personas, en las que se recopilan y contabilizan sus logros y sus errores. Pero además, aparece también una necesidad de regulación de aquellos aspectos perjudiciales para el beneficio económico que derivan de los procesos naturales de la vida. Aspectos como la enfermedad, la vejez, la reproducción o la muerte necesitan ser regulados, y para ello es imprescindible un conocimiento abstracto del conjunto de individuos. La visibilidad del estado es necesaria para regular los aspectos biológicos de la población, y por ello, ésta se convierte en datos estadísticos sin personificación alguna. Como consecuencia los sujetos se convierten a la vez en individuos diferenciados entre ellos y en miembros de una masa homogénea de figuras “normales”.

A la condición descrita hasta aquí le complementan nuevas dinámicas consecuencia de cambios sustanciales de la mentalidad global. Como describe Z. Bauman, las últimas décadas han reconfigurado el funcionamiento de la economía, y han modificado con ello la realidad de la población. R. Sennett ejemplifica este cambio con la comparación de Enrico y Rico, padre e hijo que viven vidas radicalmente diferentes. Explica como el primero estructura su vida en un futuro previsible, su recorrido vital es lineal y la constancia su la herramienta fundamental para poder dejar el barrio de inmigrantes y pagar los estudios de sus hijos. El hijo, Rico, en cambio vive en un mundo donde predomina la flexibilidad, el futuro se convierte en inestable e imprevisible. Todo es susceptible a cambiar con facilidad y cada uno constantemente toma decisiones que influencian su trayectoria. Es en esas circunstancias que aparece el segundo de los conceptos, el sujeto AUTOPRODUCIDO. La disciplina y el biopoder de Foucault establecía un recorrido de lo que era normal y unas pautas para adecuarse a ello; aquí, lo que pasa a ser la norma es hacer lo que cada uno prefiera (o pueda), el dominio de la libertad individual y el deseo como motor de cualquier decisión.

Con otras palabras, se podría definir al “autoproducido” como un sujeto obligado constantemente a escoger entre diferentes opciones. “Libre” de elegir aquella que mejor valore, pero siempre a tomar una, a responder(se) preguntas y a hacer(se) su relato particular de la vida. Es un sujeto en constante cambio e inestabilidad, que se ve obligado además a ser el narrador de su historia cambiante. M. Peran remarca también la importancia que adquieren las redes sociales en este factor autobiográfico de la vida. Una constante exposición de aquello que uno hace y de lo que le diferencia del resto de la masa (en el sentido que tenía para Foucault, un conjunto de individuos normales) de perfiles virtuales. Analiza también los conceptos detrás de la filosofía Do it, y como la libertad individual y la cultura del proyecto, entre otros, son realmente aquello que seguramente L. Wacquant etiquetaría de falso pensamiento crítico. L. Wacquant desarrolla como una falsa imagen de desmarcarse del discurso generalizado a veces es realmente una parte estrictamente necesaria de ello, y M. Peran ejemplifica esa situación con la filosofía Do it.

Aquí se muestra otra de las diferencias con el modelo previo del capitalismo industrial, donde el esfuerzo reformador de las instituciones servía para mantener a los sujetos en la trayectoria normal, ahora rige una falsa sensación de libertad, de capacidad de decisión (u obligación a escoger). Un modelo del que no se puede estar al margen, porque precisamente exige a sus sujetos que se distingan y hagan lo que deseen. El sujeto individualizado que “no tenía nombre” antes de que fuera necesario estudiar y registrar sus características, ahora se ve substituido por un sujeto que está obligado a “elegir su nombre” y a constantemente definir quién es, además de qué es lo que le diferencia del resto. Dichos cambios se acompañan de la transformación de un capitalismo industrial al capitalismo inmaterial de hoy, de la compra de productos a nuestro tercer concepto, la CULTURA DEL CONSUMO, de la distinción y de la experiencia.

Para entender el concepto de “cultura del consumo” es necesario entender “cultura” como la entendía B. De Sousa, como las categorías mentales con las que pensamos. Él desarrolla el concepto de constelación de topoi, la articulación de aquellos conceptos que uno utiliza para procesar y entender su experiencia vital y sus interacciones con la comunidad de la que forma parte. Con esta definición de cultura, volvemos a M. Peran, y vemos que se ha modificado el consumo, ya no como la acción de compra de un objeto sino como la experiencia que se atribuye a ello, el motor del deseo adquiere más importancia que la necesidad, y con ello el consumo se convierte en la manera de hacer(te) a ti mismo. En ese concepto de consumo se incluye el consumo material, pero también el de información de las redes sociales y el de las sensaciones que representan dichos objetos. Consumir no es comprar, es añadir componentes y particularidades a tu relato vital, a tu diferenciación del resto de la masa. La “sensación subjetiva de insuficiencia artificialmente creada” que Z. Bauman desarrolla, exige un constante consumo (en el sentido amplio) para satisfacerla, aunque esa satisfacción dure escasos instantes. Añadimos aquí también los efectos de la globalización, y en particular de aquello que B. De Sousa denomina los localismos globalizados se caracterizan por establecer los criterios particulares de una región en las diferentes realidades del mundo, impactando especialmente en términos de “cultura global”.

Además, B. De Sousa, utiliza la universalidad de los derechos humanos como herramienta para demostrar la compleja diversidad de formas que adquiere la experiencia humana en el mundo, y remarca la particularidad individualista de occidente. Como hemos visto, es un individualismo fruto de la industrialización, regido por el razonamiento y con las banderas del progreso, el conocimiento y la innovación de motor. Todos estos componentes, junto con la inestabilidad y el aumento de decisiones personales y la filosofía Do it del deseo son factores que, según I. de la Mata y A. Ortiz (y R. Sennett lo ejemplificaba) desembocan en el último concepto del texto, una SOCIEDAD INCIERTA. Explican como el factor cambiante e inestable que caracteriza la realidad actual desarticula las relaciones sociales y, sumado a la autoconstrucción de uno mismo, se buscan respuestas en los conocimientos de la ciencia, y en particular las psi. De allí deriva tanto la abundante necesidad del experto para gestionar el malestar propio de la vida como según Z. Bauman, el aumento de la preocupación por la seguridad personal y el estigma del desconocido.

Z. Bauman analiza aquello que habíamos mencionado con B. De Sousa de la cultura global, y en especial las consecuencias que resultan en las sociedades locales, los denominados globalismos localizados; efectos que residen en un lugar por motivo de acciones de carácter global. Desarrolla como, después del dominio del espacio (y los cuerpos) del estado, ahora existen realidades desvinculadas de la localidad. El funcionamiento global y la extraterritorialidad han atribuido a la economía y a los mercados una condición de movilidad libre, irregulable por ningún estado, con ello la inestabilidad incrementa y resulta en algunas de las consecuencias ya mencionadas. Las mismas condiciones que permiten (a algunos) vivir en constante movimiento, a la velocidad instantánea de la información virtual y sin ser residentes del mismo lugar mucho tiempo, son las condiciones que generan el efecto contrario a otros, les impiden la libre circulación y les atrapan en un lugar del que no tienen control. Z. Bauman utiliza los conceptos de turista y vagabundo para diferenciar estas categorías, y ejemplifica la estricta vinculación a una sociedad polarizada económicamente (y viceversa).

Finalmente, explica como el control de dicha movilidad se ha convertido en una arma política y como el racismo de “mantener la vida” de Foucault se traduce hoy a limitar el acceso. Vallas diversas y el aumento de centros penitenciarios pretenden, en una incertidumbre general, aumentar la sensación de seguridad personal, la única en la que el estado es capaz de intervenir. Turistas y vagabundos son consumidores, de sus deseos, de distinciones que añadir a la narración autobiográfica de su experiencia vital, pero unos a una velocidad instantánea y ajena al lugar, y otros encuentran el límite de la movilidad. Se impide a una parte de la población mundial autoproducir(se) como libremente deseen, a la vez que se facilita el movimiento a los otros y sobre todo al capital.

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